Una pérdida evitable: variedades tradicionales

Hace varios años tuve la oportunidad de asistir al I Intercambio de Semillas Locales en la Sierra de San Vicente, que tuvo lugar en la localidad de Castillo de Bayuela (Toledo), actividad englobada dentro de las organizadas por la Fundación IPADE con motivo de la II JORNADA: AGRICULTURA Y TRADICIÓN EN LA SIERRA DE SAN VICENTE. Sabía que varias organizaciones estaban llevando a cabo la creación de bancos de semillas locales que ayudasen a preservar parte del material genético que se estaba perdiendo pero nunca había asistido a uno de estos encuentros y me sorprendió muy gratamente tanto el ambiente allí encontrado como el elevado grado de involucración por parte de los productores de la zona.

Allí pude conocer nuevas variedades, sus usos tradicionales, formas específicas de cultivo y darme cuenta cómo un patrimonio riquísimo y que había tardado cientos de años en forjarse estaba desapareciendo a un ritmo exacerbado debido principalmente a la implantación de variedades comerciales, más uniformes y productivas (o así nos las vendieron).

No exagero al decir que me sobrecogía escuchar algunas de las descripciones de las variedades, no únicamente porque me sorprendiese sino porque por mi mente pasaba la idea de qué pasaría si estas personas no estuvieran preservando este material y cuántos de estos preciados bienes no se habrían perdido ya en la inmensidad del recuerdo junto con las personas que un día las seleccionaron, cultivaron y cuidaron con el mimo con el que se educa y cuida un hijo. En concreto, por su utilidad, recuerdo la historia de los tomates de un encantador agricultor cuyas tierras estaban situadas en la zona de la Sierra de San Vicente (donde se realizaba el encuentro) y a la cual siempre recurro cuando en cualquier conversación aparece el tema de la custodia de las semillas tradicionales. Se trata de una variedad de tomate llamado “de telaraña”; cuando se recogen sus frutos, estos deben colgarse con unas cuerdas (al igual que colgamos pimientos cuando queremos secarlos) pero no con la función de secar el tomate…  A las pocas semanas se detecta una pequeña telaraña que nace alrededor de los tomates y que permite tenerlos frescos y sin necesidad de frío o de otro tipo de conservación hasta la temporada siguiente, ¿no es acaso increíble? Una telaraña que permite una conservación del fruto por más de 10 meses y que sólo aparece en esta variedad concreta, ¿podemos imaginar la cantidad de casos, similares a este, que podrán existir? Se me ocurren numerosos estudios para comprobar la relación existente entre ese posible ácaro que produce la telaraña y su aparición en esta variedad concreta de tomate que podrían tener aplicaciones de gran utilidad para la conservación de alimentos.

Esta pequeña anécdota solo sirve para ilustrar un panorama desolador en el que, cada día, estamos perdiendo conocimientos, saberes tradicionales y bienes ligados con el material genético (variedades) que podrían tener la clave para solucionar algunos de los problemas que tenemos hoy en día o, por qué no, la cura a alguna enfermedad. Dentro de universidades (como la facultad de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real) y bancos de germoplasma (como el del COMAV en Valencia) llevan también muchos años intentando recuperar este patrimonio pero, debido a la crisis, muchas de estas investigaciones están dejando de ser financiadas quedando la labor de proteger y conservar el material en manos de personas individuales o de asociaciones de diferente índole.

En mi caso, y a partir de este año junto con compañeros de la Asociación Ecolugar vamos a empezar a poner nuestro granito de arena en la recuperación de variedades tradicionales de Ciudad Real, esperando que el proyecto dé sus frutos y podamos conservar parte de estos valores.

Animo a todo el mundo a buscar estas variedades y a hablar con las personas más ancianas de sus pueblos, que son los que poseen estos conocimientos, para recuperar y conocer este material que, como no pongamos remedio, caerá en el olvido con la consecuente pérdida de su potencial.

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4 respuestas a Una pérdida evitable: variedades tradicionales

  1. Filosofobia dijo:

    Muy interesante lo de las «telarañas», si señor

  2. Mavi Arroyo dijo:

    Hola Sara. Me he encontrado tu blog gracias a las chicas amigas de Pájaros en la Cabeza. Me gusta mucho. Yo estuve en una reunión con la gente de IPADE dentro del proyecto que desarrollaron en La sierra de S Vicente, en Navamorcuende. No debió ser el mismo año porque no recuerdo los interesantes tomates de telaraña. Desde entonces se he avanzado muchísimo en la recuperación de semillas tradicionales, incluso creo que la agroindustria comienza a multiplicar algunas. Esperemos que siga la tendencia. Me quedo con tu blog como favorito..y espero que nos podamos conocer algún día por C Real.

  3. María de Africa Ramos dijo:

    Acabo de conocer esta variedad en el pueblo de Bodonal de la Sierra, y mi asombro ha sido grande al verlos colgados y llenos de telarañas

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